Magnífico ejemplo de castillo montano, es decir, cuya forma se adapta exactamente a la del cerro en que se alza. Su elemento más bello es la puerta principal, abriéndose en un recodo de la muralla, y construido como reentrante en su homogéneo recorrido circular. Sólo por la magnífica labor de sillería con que fue construido merece la pena la visita, así como por el arco apuntado, entre sus dos fuertes torreones.
Erigido por una guarnición musulmana a mediados del siglo XII, fue continuamente conquistado y perdido, y cristianos y árabes se alternaron su posesión muchas veces. Pasó a pertenecer a la Orden de Santiago desde 1214, posesión confirmada por una bula papal. Cuando el alfoz de Alhambra se dividió entre las órdenes de Calatrava y San Juan, perdió su importancia estratégica y fue paulatinamente abandonado.
Lo más curioso del castillo es que por ser montano no tuvo nunca recinto externo ni barbacana, y sí un camino cubierto o protegido en su último tramo por pequeño muro, que permitía su acceso en condiciones de protección