Mota del Cuervo está en una vega agrícola al pie del Balcón de la Mancha, el cerro donde se alzan siete molinos de viento que sirvieron de inspiración a Miguel de Cervantes para situar alguna trastada de Don Quijote. En el lugar es renombrado el “pan de Mota” y en la comarca ha tenido fama la tradición alfarera de la población, elaborada principalmente por mujeres, las cantareras de Mota, las “magas del barro” eran conocidas en toda La Mancha. El recorrido atraviesa el centro de la población por la calle Mayor, la plaza del Mercado y otras calles con casonas señoriales de los siglos XV y XVI, tomando en las afueras el Camino de Santiago de Levante cerca del límite con la provincia de Toledo. En El Toboso no podía faltar un monumento de Don Quijote y Dulcinea, en plan “parejita”, también hay una Casa Museo dedicado a la musa del más grande y aventurero caballero andante de todos los tiempos. El pueblo toledano tiene edificios señoriales, monumentos, escudos, portalones castellanos en las fachadas y un buen restaurante en las afueras para cargar energías antes de la recta final.
En Quintanar de la Orden comienza el tramo acondicionado de la Vía Verde del Trenillo como Camino Natural, un paseo ciclista de 30 kilómetros ligeramente favorable para terminar un apacible viaje de bikepacking gravelero de un par de días en La Mancha Húmeda. El firme es estupendo para la gravel, hay un corte en el trazado para salvar la AP-36, rodeando por un paso elevado, y es entretenida la travesía de La Puebla de Almoradiel. El camino entra por el paseo de los Enamorados y sigue la vía del antiguo ferrocarril por el conjunto urbano y en algunos tramos hay parques recreativos o espacios de ocio, siendo necesario adaptar el pedaleo al ritmo urbano hasta que la vía sale de nuevo a la llanura campesina, pasa el río Cigüela y comienza una larga recta hasta La Villa de Don Fadrique, donde pasa lo mismo, hay parques con columpios, arboledas y resaltes marcando distintos espacios peatonales en el trazado de la vía y conviene circular con precaución. Y sin complicaciones ni grandes esfuerzos el Trenillo termina en la estación de Villacañas, hay que volver a cruzar las vías del tren por el paso peatonal del día anterior y final de un viaje ciclo turista sorprendente y embaucador.