10 de enero de 2024
El invierno ya está más que instalado en el hemisferio norte y salir a hacer actividades al aire libre implica pensar un poco más en la ropa que te pones. Mientras te estás moviendo, tu cuerpo genera calor, pero cuando te paras a comer algo o llegas a un tramo llano tras una subida, el sudor se enfría y empiezas a tiritar como si tuvieras una toalla húmeda pegada al cuerpo.
Por suerte, hay una forma sencilla de prevenir esta montaña rusa de calor-frío-calor-frío para disfrutar de tus salidas outdoor durante los meses más gélidos del año. Se trata de convertirte en una cebolla, es decir, de vestirte con capas (y no de hacer llorar a quien se te acerque). Seguro que alguna vez has llevado tanta ropa puesta que te has sentido como el muñeco de Michelin. A diferencia de esa sensación tan incómoda, el sistema de capas del que hablamos no restringe la libertad de movimiento.
Es un método estratégico de vestirte para hacer actividades al aire libre en invierno. El objetivo es evitar el calor excesivo durante una ruta (o peor aún, el frío que se siente al despojarse de las capas exteriores y quedarse en una camiseta de algodón empapada en sudor). A continuación, te explicamos cuáles son estas capas. Cómo las combines dependerá de tus circunstancias y preferencias.
Finalidad: evacuar el sudor para mantener la piel seca.
Esta capa base o primera capa tiene contacto directo con el cuerpo y su función principal es expulsar la humedad. Cuando hace calor, el sudor refresca la piel para combatir las altas temperaturas, pero cuando hace frío, es fundamental evitar que se seque sobre la piel. Una camiseta transpirable de materiales técnicos aleja el sudor del cuerpo antes de que comience a evaporarse.
Finalidad: retener el calor corporal sin impedir que la piel respire (evitando así la sensación pegajosa que sentirías haciendo ejercicio con una bolsa de plástico pegada al cuerpo).
Esta segunda capa o capa intermedia te aísla del frío y es la más flexible, puesto que puedes llevar una, dos o más; todo depende de lo gruesas que sean y del deporte que practiques. Por ejemplo, si vas a hacer una caminata por un terreno sin desnivel, tu cuerpo no generará mucho calor, por lo que necesitarás más capas o una capa más gruesa para no pasar frío. Las capas intermedias más comunes son los forros polares, las chaquetas térmicas y las de plumón (natural o sintético).
Finalidad: como su nombre indica, proteger de la lluvia, la nieve y el viento.
Por muy buenas que sean la primera y las segundas capas, no servirán de nada si se mojan o si dejan pasar el viento. Las mejores terceras capas o capas externas son aquellas impermeables —que no es lo mismo que resistentes al agua— con cierto grado de transpirabilidad. Es importante que sean ligeras y cómodas para llevar encima de una chaqueta acolchada sin restringir los movimientos (piensa de nuevo en el muñeco de Michelin...), pero también directamente encima de la capa base si te quitas las intermedias.
Finalidad: evitar que el calor corporal se pierda por las extremidades.
Estos accesorios son el último elemento del sistema de capas. Los gorros y los guantes son las prendas más fáciles de quitar si tienes calor; es una buena forma de bajar la temperatura de las manos y la cabeza sin dejar que el frío entre por el tronco.
Por regla general, cuanto más cara sea una prenda, mejor será la relación peso-calidez. La ropa más barata suele ofrecer la misma calidez, pero es más gruesa. Si no quieres gastarte mucho, comprar equipamiento de segunda mano es una buena opción. En cualquier caso, no todo el mundo necesita prendas técnicas supercaras; siempre dependerá de tu ubicación y el tipo de ruta que vayas a hacer. La única manera de averiguar lo que mejor te funciona es el método de ensayo y error: experimenta con distinta ropa hasta que encuentres tu propio sistema de capas.
Los meses más hostiles del año nos brindan una magnífica oportunidad de descubrir otra cara de la naturaleza. Y aunque las aventuras invernales presentan algunas dificultades, esperamos que gracias al sistema de capas el frío no sea una de ellas.
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Ilustraciones de Tegan Philips